
En los últimos cuatro siglos, el número de objetos identificables en el cielo ha aumentado enormemente, gracias a la invención y mejora de una de las herramientas más apreciadas en la historia de la ciencia, el telescopio.
En consecuencia, pasamos de conocer unos pocos cientos de estrellas a casi mil millones, y la gran mayoría fueron el resultado de misiones espaciales que utilizaron telescopios diseñados para estudiar los cielos y responsables de catálogos más avanzados que las estrellas .
Una de las primeras tareas que obviamente juega un papel es establecer estrellas . Las culturas ancestrales comenzaron este trabajo con las estrellas más destacadas: el sol, la luna y las estrellas que las agruparon en sus constelaciones. Durante la Edad de Oro islámica (siglos IX y XIII), la astronomía tuvo un especial interés que hoy recordamos en los nombres de un gran número de estrellas brillantes, como Aldebarán, Deneb, Altair, o las tres famosas estrellas del cinturón de Orión. : Al-Natak, Al-Nilm y Al-Muntaka.
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En Occidente, a principios del siglo XVII y justo antes de la invención del telescopio, el astrónomo alemán Johann Baer dio nombres regulares a las estrellas más brillantes, que se incluyeron en un atlas estelar que llamó Uranometría, un nombre que honró la inspiración para el cielo griego, Urania. Este será el primer atlas que cubrirá toda la esfera celeste, con 48 constelaciones de Ptolomeo y 12 nuevas constelaciones.
Con la llamada clase Bayer , a la estrella más brillante de la constelación se le asignó la letra griega alfa, seguida de un nombre latino relacionado con ella. Las siguientes estrellas, según su correspondiente disminución de brillo, tomaron las siguientes letras del alfabeto griego: beta, gamma, etc., por ejemplo, la estrella Alpha Lyrae, en la constelación de Lyra, una de ellas.
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Posteriormente, se amplió para incluir el uso de letras latinas minúsculas y mayúsculas, y se incluyeron superíndices que sirven para distinguir los sistemas duales -con dos estrellas-, además de la aparición de nuevos nombres como el del astrónomo John Flamsteed, con 2554 estrellas se publicó por primera vez en el año 1712, o ya en el siglo XX, los catálogos Henry Draper y el Observatorio Astrofísico Smithsonian.
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Los catálogos modernos se generan por computadora y tratan con cientos de millones de objetos, y su mapeo se basa en la ubicación en el cielo.
En la actualidad, nombrar estrellas es una de las tareas oficiales de la Unión Astronómica Internacional, y en algunas ocasiones se abre la posibilidad de que el público pueda nombrar las estrellas, como sucedió en 2019 cuando un grupo de estudiantes universitarios de Colombia asumió este nombre. Macondo premiado por la estrella HD 93083.
Fecha actualización el 2021-03-16. Fecha publicación el 2021-03-16. Categoría: Noticias de Astronomia. Autor: Oscar olg Mapa del sitio Fuente: sundayvision